Hay un misterio que parece tener una solución compleja, y gracias a ello nos aventuramos a vivir y a descubrir cómo podemos llegar a sentir el equilibrio y la paz que nos genera el bienestar. En la canción “Misteriosamente bien” de Pau Dones se intuye que ha soltado las amarras de la exigencia, de las expectativas, del qué dirán, del tengo que hacer cosas de provecho, del éxito.
Hay una parte de nosotros que se desvanece cuando la vida anda por el fino hilo del funambulista, teniendo caída libre a nuestros pies. En ese momento que la vulnerabilidad late con más fuerza que nunca, lo esencial gana la partida a lo importante y lo superfluo. En ese momento nos abrimos al misterio de la existencia, a observar nuestro viaje como un juego y una aventura. El control ya no ejerce su poder porqué la situación va más allá de nuestra potestad. Es entonces cuando nos sentimos “misteriosamente bien”.
Cuando hablamos de autoestima, de querernos, parece que aparecen muchos condicionantes. Muchos retos, logros y deberes que conseguir. Y en ese demostrar nos perdemos en las catacumbas del miedo, la exigencia, la comparación y la competitividad. Y surge aquello que llaman baja autoestima. Gracias a ello nos damos cuenta de que es inteligente generar cambios en nuestro mapa mental para poder sentirnos mejor con nosotrxs, con lxs otrxs y con el mundo que nos rodea.

Y si das un paso atrás, como si pudieras desdoblarte y mirarte desde cierta distancia ¿Qué surge? ¿Qué hace que te sientas así? ¿Qué estás mirando de ti?
Todxs, y creo que estoy en lo cierto, firmemente, tenemos la capacidad de amar. En nuestra vida seguro que hemos puesto en práctica esta capacidad infinitas veces. Con nuestra familia, amigxs, mascotas, naturaleza, objetos personales, … Es importante que tengas presente esta capacidad cuando digas que no te quieres. Te hago una pregunta ¿Qué partes de ti estás queriendo que te conectan con una baja autoestima?
Detrás de cada acción hay una intención positiva para dar respuesta a una necesidad que tenemos. Puedo tener una actitud victimista para recibir cariño, atención y reconocimiento, por ejemplo. Por lo tanto, estas valorando y prestando atención a tus necesidades. Ya te estas queriendo, ¡bravo! Aunque tal vez te guste hacerlo de una manera distinta, más saludable. Sin la necesidad de vivir en un estado emocional poco expansivo.
La capacidad nos da la oportunidad para elegir de nuevo. Para decidir hacía donde quiero dirigir ese amor. Seguir confiando y queriendo el “No valgo para nada”, “No soy suficiente”, “No me lo merezco” o generarnos nuevas creencias que nos permitan expandirnos para reconocer también todo nuestro potencial.
Y ahora voy con una metáfora. Imagínate que tu autoestima es como una cadena montañosa. Es un terreno dinámico, con altos y bajos, con sus cumbres y sus valles. Puede ser que en el trayecto nos encontremos dando pasos en la base o puede ser que estemos en la cumbre, pero no nos quedaremos ahí. Seguiremos caminando hacia nuestro destino.
Es difícil hablar de la autoestima como un estado fijo, y querer mantenerla arriba constantemente más allá de las situaciones de nuestro cotidiano. También es un concepto subjetivo, depende de muchos factores diferentes. Sabernos capaces de amar, reconocer la belleza de la fluctuación de nuestra autoestima y sentir el poder más allá de los altos y los bajos, nos permitirá sentirnos “misteriosamente bien”.
¿Te atreves a descubrir cuál es el misterio?
Javi Castillo Rubio