Puede ser extremadamente pesado y doloroso tener que mostrarte con una actitud y una compostura alejada de lo que tú sientes que eres y necesitas en este momento. En esta sociedad, con su funcionamiento, se nos pide una alta exigencia en cuanto a mostrar nuestras capacidades y obviar nuestras necesidades personales. Levantarte cada día con la sensación de una supervivencia ficticia, porque no tenemos depredadores reales a nuestro alrededor, llevando tu energía hasta la extenuación para conseguir mantenerte a flote, para integrarte en una rueda disfuncional que aumenta nuestras posibilidades de entrar en un estado de tensión, estrés y ansiedad.
Buscar el equilibrio entre nuestra funcionalidad, aquello más práctico que está dirigido a producir, y nuestra necesidad, aquello que nos pide el cuerpo, la mente y las emociones, es la clave para disfrutar de una vida saludable y con un sentido más profundo de la misma.
Se alaba la capacidad de “tirar para adelante”, se reconoce el dejar las emociones a un lado como símbolo de fortaleza, el estar ausente de ti para volcarte en aquel propósito laboral, al 100%, como responsabilidad. Y este “mood” que de manera más consciente o inconsciente aceptamos cada unx de nosotrxs en nuestro día a día, tiene el efecto contrario al de la supervivencia. A no ser que la supervivencia solo la estés centrando en el dinero, el reconocimiento y el poder social.
Ahora, que empezamos a dar voz y visibilidad a la salud integral, que no solo mental, nos damos cuenta del sacrificio tan grande que estamos realizando como seres humanos. Olvidarnos de nosotros mismos para sentirnos aceptados por una construcción llena de intereses que podemos llamar: Sistema.
Conozco mucha gente a mi alrededor que el verdadero cambio que han realizado, para bien, no es obviar el malestar y centrarse únicamente en aquello que les genera placer, ilusión, entusiasmo y motivación. Si no el camino inverso. Con más o menos logros adquiridos, cambiar su foco de atención de aquello que parecía éxito y centrarse en lo que se considera fracaso. Aquel cúmulo de emociones y creencias incómodas y limitantes que cargamos en nuestro cuerpo y que se vuelven insalubres justamente por no prestarle la atención que se merecen y que sí damos a nuestro exterior.
Muchos de nuestros aprendizajes, brotes verdes y crecimiento personal nace de lo incómodo, de la crisis. Por lo tanto, como decía en el segundo párrafo, bendito sea ese alejarnos y distraernos de nosotrxs, porque es el caldo de cultivo para cuando el dolor ya no es soportable volver a traernos a nuestro centro para dar respuestas a las necesidades personales. ¡Pero, ojo! En equilibrio. Pon atención a cuánto te acercas al extremo, porque dependiendo de cuánto te alejes de Ti, la crisis será mayor y el proceso de reencontrarte más doloroso.
Imagínate que estás dentro de un videojuego. Tú eres el personaje que vive las diferentes aventuras dentro del sistema que el programador haya creado. Pero date cuenta de que no solo estás dentro de la pantalla, sino que también estás fuera. Dirigiendo al personaje en las diferentes decisiones y acciones que realiza. Stop. Vuelve a leer esto último si lo necesitas y céntrate en tu respiración.
Puedes dar un paso atrás, mentalmente, para ver cuáles son tus decisiones y acciones en tu día a día. Valora cuanto se alejan o se acercan a lo que necesitas ahora. Y no me vale “Es que lo que necesito es dejar de trabajar” … Acuérdate: Equilibrio. De lo que forma tu ámbito laboral, social y personal, qué puedes hacer, aunque sea un poco diferente, para poner más atención a tu interior.
Para dar la atención justa a tu funcionalidad y también a tus necesidades. Al sistema social y a tu sistema personal. A tu superficie y a tu profundidad.
Javi Castillo Rubio
Reconoce tu valor, cree en ti.