Tengo miedo y esperanza, nervios y confianza, vergüenza y seguridad… Ahora que escribo estas líneas te puedo decir que siento cada una de las emociones que he descrito. Y estoy feliz. Por sentirlas, por identificarlas y por darle el espacio que se merecen. Son mis compañeras de viaje en este camino del emprendimiento, del crear algo auténtico y honesto, un espacio de acompañamiento donde puedo ponerme al servicio desarrollando mis mejores cualidades.
Siento miedo, porque el camino no es estable. Lo voy construyendo paso a paso con un fin definido que me guía. Una dirección clara, que me ayuda a sostener esa inseguridad que me produce el vacío en el siguiente paso.
Siento esperanza, porque veo los frutos de la energía invertida, los feedback positivos de las personas a las que acompaño en las sesiones, formaciones, charlas… se llevan aprendizaje, uno de los requisitos que me pongo a mí mismo.

Siento nervios, porque me gustaría tener el control de todo lo que sucede. Tener el botón mágico para aumentar la carga de trabajo cuando lo deseo y bajarla cuando lo necesito. Las peticiones surgen, algunas más esperadas que otras. Proyectos y personas que tienes la certeza que acompañarás y otras que aparecen por sorpresa. También me pongo nervioso en el silencio que produce el que no llamen o te escriban para ofrecer.
Siento confianza, porque tengo la certeza de que el proyecto crece, pienso que estoy en el lugar donde quiero y tengo que estar, no me lo dice nadie, me lo digo yo y quien sabe si algo más grande. La confianza no está ausente del miedo y de los nervios, aun así, vuelvo a escoger la misma elección. Y tengo claro que ahora mismo es la única. No hay más. O te acompaño, o te acompaño. Tal vez, las palabras son escuetas para expresarlo con más nitidez.
Siento vergüenza, porque sigo un camino no preestablecido. Que no todo el mundo a mi alrededor puede llegar a entender. Pago un precio, renuncio a ciertas comodidades que tal vez me ayudarían a hacer más llevadero el día a día, pero no aumentaría mi felicidad. La vergüenza es amiga de las expectativas, en ocasiones pienso que no estoy haciendo lo correcto, que no aporto lo suficiente… y podría ser cierto. No te voy a decir lo contrario.
Me siento seguro, porque más allá del vaivén de emociones, pensamientos y circunstancias… Confío en mí, y tengo la esperanza depositada en aquello que siento, no solo con la emoción, sino con todo mi yo. Es como si a lo que me dedico, acompañarte, no fuera una elección propia. Soy partícipe, por supuesto. Pero parece que me ha elegido, sin tener, yo, mucho que decir. La pasión, la motivación, el tiempo volando, las relaciones con los clientes y clientas, la satisfacción… son la mejor justificación.
Mañana, pasado, al otro… ya veremos cómo me siento. Todo cambia.
Y tú, ¿Cómo te sientes?
Javi Castillo Rubio
Reconoce tu valor, crea una realidad diferente