“A su imagen y semejanza” esta frase, del pasaje bíblico del Génesis, la he buscado para ubicarla porque más allá de escucharla no tenía más información, me ha abierto las puertas a seguir reflexionando sobre nuestro mapa mental y la manera en la que aprendemos y nos relacionamos en nuestra vida.
Leía el otro día en “El libro que tu cerebro no quiere leer” de David del Rosario, que para ahorrar energía nuestro cerebro en un alarde de eficiencia y tal vez, también de eficacia, nos ayuda a tener una percepción imaginativa de nuestra realidad. Y no me refiero solo a imaginativa porque seamos los creadores de nuestro relato o discurso mental y por lo tanto de nuestra historia, sino también porque lo hacemos a través de imágenes.
Y es aquí, con algunos darme cuenta que he ido teniendo en mis momentos de atención, ya sea sentado, haciendo deporte, o fregando platos, es donde quiero poner el foco de este post.
Una imagen, aunque pueda tener una información en forma de recuerdo con sus pensamientos, emociones, sensaciones… es algo inmóvil. Una captura de un momento vivido el cual, como en un pote de confitura, hemos guardado aquella experiencia con la intención de recordarla y revivirla cada vez que la miremos.

Y seguramente cada vez que la vemos tenemos la certeza de que estamos recordando aquel momento tal y como sucedió. Pero “siento” tener que decir que no es así. Porque nuestras imágenes mentales, aquellas que retenemos, pertenecen a un espacio-tiempo pasado, y, por lo tanto, si yo cambio, el recuerdo de aquel momento cambia conmigo.
Y aquí es donde me da el subidón. Porque cuando hacemos una foto de un estado emocional agradable, seguramente estaremos rozando nuestro sentido de la felicidad. Pero lo que expongo en este post, también lo podemos aplicar a aquellos momentos más desagradables de nuestra historia. ¿Cómo sería recrear el relato de aquel momento de tu vida que te sumió en las profundidades? Como, ¿Crees que no puedes hacerlo? Te invito a leer “Artistas de la creación”. Y ahora, ¿Cómo te sentirás cuando hayas recreado esa situación de tu vida?
Me viene a la mente la película “Regreso al futuro”, y veo el flamante DeLorean como una metáfora que representa a nuestra imaginación, aquella capacidad que tenemos los seres humanos de viajar al pasado y al futuro para dibujar situaciones, a veces más agradables que otras, y que nos influyen en el momento presente. Es probable que, de aquella situación jodida, perdón por la palabra, no recogieras todo el aprendizaje por las ganas de salir corriendo. Por lo tanto, utilizando nuestro DeLorean particular ¿Qué semillas dejaste plantadas en tu pasado y ahora es momento de recogerlas? ¡¡Estos viajes están libres de restricciones y confinamientos!!
En el momento presente, gracias al recorrido que estamos caminando, hemos adquirido nuevas habilidades, experiencia, sabiduría e incluso hemos aprendido a reconocer la belleza que se esconde detrás de algunas situaciones que a priori han tenido poca gracia. Viajando al pasado podemos revivir aquellas situaciones desde nuestro presente para así poder modificar la imagen y el discurso mental, y a la vez extraer la sabiduría y la belleza que está impregnada en ella y con esto, proyectar un futuro. Reconociendo, como dice Carlos González Pérez, el poder de los tres tiempos.
En lenguaje Coaching diría que nuestro estado actual (Presente), puede recrear un estado anterior (Pasado) que nos ayude a caminar de la mano hacía nuestro estado deseado (Futuro).
Teniendo presente que es muy probable que el efecto “tiempo lineal” sea otro producto de nuestro queridísimo cerebro.
¿Qué viajes vas a emprender para recrear o proyectar tus tiempos y potenciar tu vida?
Recuerda, a tu imagen y semejanza.
Javi Castillo Rubio